1 PREMIO DE RELATOS
CUANDO UN ÁNGEL PIERDE LAS ALAS
Hondo, muy hondo; en nuestro interior se cobija el alma. Nadie la ha visto nunca pero todos saben que existe. Hay quien lo escucha a menudo. Hay quien rara vez lo escucha.Y quien lo escucha sólo una vez. Por eso es conveniente ya tarde, en la noche, cuando todo está en silencio, escuchar al Pájaro del Alma. El Pájaro del Alma cierra los cajones de nuestra alma, donde se guardan todos nuestros sentimientos: hay un cajón para los celos, otro para la felicidad, otro para el amor….Sólo el Pájaro del Alma tiene llaves de esos cajones y los abre cuando nosotros le pedimos que lo haga. A veces el Pájaro nos lleva la contraria y abre el cajón equivocado: en vez de silencio, nos hace hablar; cuando queremos ser pacientes y calmados, abre el de la ira.Hubo un tiempo en que mi Pájaro del Alma no veía, estaba ciego. Se le perdieron las llaves que abrían los cajones de la amistad, la felicidad, el amor,……; sólo poseía las que abrían los cajones del odio y el rencor; estaba a oscuras. No había nadie a su alrededor que le ayudará a abrir los cajones de la valentía y el entusiasmo.Volaba solo y triste acompañado de la desesperación que le provocaba no conocer el camino hacía la luz. De pronto, pareció sentir sobre su lomo el peso de la llave que abría el cajón de la esperanza, era una sensación nueva; ya no estaba solo e inmerso en la oscuridad; se encontraba sumergido en la penumbra. Intentó abrir el cajón pero la llave era muy frágil, y la cerradura estaba oxidada por el poco uso que se le había dado; al final se rompió la llave. Volvió a no tener conciencia del brillo del amor fraternal, y perdió toda esperanza de volver a sentir el calor de la luz.Merodeando por la isla donde se encontraban los cajones de la libertad y de la esclavitud, tropezó con algo que, por lo poco que se veía, parecía ser una llave que brillaba por sí misma, tenía luz propia, parecía que podría darle la libertad. Cogió la llave, fue hacía el cajón adecuado guiado por la luz emitida por ella, la introdujo en la cerradura y de pronto mi Pájaro del Alma cayó; cayó lentamente por un pozo profundo que parecía no tener fin; y no pudo volar; pues tenía las alas atadas con cadenas que se le clavaban cómo estacas. Se convirtió en esclavo pensando que se dirigía hacía la libertad; esclavo de la mentira y el cinismo. Aquella llave tan bonita y brillante por fuera, había resultado ser por dentro cómo el caballo de Átila, que por la tierra que pisaba no volvía a crecer vegetación alguna. Fue su peor condena. Al final tocó fondo. Además de encontrarse envuelto por la más absoluta oscuridad y de estar atado por aquellas cadenas frías cómo el hielo, se rompió una pata. Estaba herido y no había nadie a su alrededor que lo curara. Apoyó su atormentada cabeza en un cajón que se había quedado abierto, o quizás algún otro Pájaro había abierto para hundirlo mucho más, quién sabe….esto le provocó un terrible cansancio. Mientras dormía tuvo un sueño, no cómo el que tienen los niños en la víspera de Navidad, o el que tienen las mujeres cuando van a ser madres, no, era una pesadilla, pero una pesadilla cualquiera. En algunos momentos, las imágenes cobraban tal realismo, que mi Pájaro del Alma comenzaba a llorar y a pensar en hacer cosas descabelladas y sin sentido. Sus lágrimas, eran gritos hacía la luz que la parte e su corazón que todavía no había sido transformado en piedra por la penetrante mirada de la soledad, emitía desesperadamente en busca de cualquier cosa que le proporcionaran una escalera para subir, escalón a escalón, hasta llegar a la libertad.
Miguel Jesús Pajuelo Pajuelo
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